Todo es hermoso. Todo es hermosísimo, brillante y al mismo tiempo afiladísimo: perfecto para el baile en la punta de la aguja. En realidad, una danza de varias agujas - hay que saltar de una a otra, desequilibrarse a cada instante y nunca pararse.
Todo es vuelo, queda y no hay tiempo. El movimiento incesante entre polos antagonicos se vuelve en el acto necesario para llegar a una especie de equilibrio. Equilibrio creado al revés.
Pero es que si uno se detiene...
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